Soy la Hna. María Misericordia, Hija de Santa María del Corazón de Jesús, y miembro de la comunidad encargada de la Casa Diocesana de Espiritualidad de la Archidiócesis de Valencia, de Jávea.
Hablar de mi vocación, es hablar de la realidad parroquial, y dentro de ella, de la Jornada Mundial de la Juventud de Colonia. Soy de un pueblo de Toledo llamado Consuegra. Retrocediendo en el tiempo, creo que puedo decir que he sentido la cercanía de Dios toda mi vida.
Ya desde mis primeros años, la bendición de mi madre por las noches antes de dormir, la invitación a rezar el Rosario, el escuchar la vida de Santa Teresa de Jesús, y la pregunta que nos hacían en el colegio, de qué queríamos ser de mayores, fueron pequeñas llamaditas que el Señor me iba haciendo.
Mi adolescencia fue un tiempo de crisis y cambio, como la de muchos. Experimenté que había algo más profundo en mi vida que no podía dejar pasar sin más. Vivía en un ambiente cristiano y era como la gente de mi edad; me gustaba formarme, saber idiomas, conocer gente. Me encantaba la música “dance” e ir a bailar. Mi hermana y yo soñábamos con ir a Ibiza, y bailar la música que tanto nos gustaba.
Compaginar toda esa vida me encantaba, pero algo en mi interior me pedía que remara mar adentro. El Señor, me iba atrayendo muchísimo y me presentaba una gran idea: seguirle. Esto dicho a “voz de pronto”, era muy fuerte para mí, y tuvo que pasar tiempo para que asimilara la idea.
Hice un curso de peluquería, pero la verdad es que no me llenaba. Un día oyendo la radio, me enteré que ofrecían trabajo en el parque temático de Madrid “Warner Bros”, y aterricé en Madrid. Al mismo tiempo que trabajaba por la mañana, por la tarde estudiaba Ciencias Religiosas en la Universidad de San Dámaso, pues estos estudios iban mucho con mis aspiraciones de educar.
Con todo, seguía en contacto con mi diócesis de Toledo. Era catequista, acudía a las peregrinaciones, tenía muchísimo contacto con el Opues Dei, de donde, un sacerdote me ayudó a encauzar mi vocación.
Éste, al conocer mis inquietudes me fue hablando de las distintas posibilidades que tenía en la Iglesía: la vida monástica, la vida religiosa apostólica,… Tras llevarlo a la oración me di cuenta que lo mío se inclinaba por la vida religiosa. Con esto en el corazón, me fui una Semana Santa a un UNIV, un encuentro de univesitarios en Roma con el Papa, y me vine con el nombre de una congregación: las “Hijas de Santa María del Corazón de Jesús”.
Me fui una tarde con una amiga a conocerlas. Sentía temor por la vida que se me presentaba, pero el testimonio de la Madre Maestra, su alegría, fue una luz que Dios me dio para saber que aquél era mi sitio. Algo decisivo en mi vocación, fue el encuentro con la fundadora de la congregación, madre Mª de Jesús Velarde. Me dijo que no me hiciera “la sorda”, y pude captar en ella el buen espíritu de comunión con el Santo Padre y la Iglesia. Una vez que participé de su vida diaria, algo me decía por dentro que tenía que ingresar en la congregación. Lo hice un 12 de agosto de 2005. Ahora le doy gracias al Señor y me llena de inmensa algría el haberle conocido, su predilección y el Amor que me manifiesta a través de innumerables acontecimientos de la vida así como el gozo de servirle para que muchos más descubran en su vida que Dios es Amor.