No puedo más que decir gracias continuamente 

Entre puntos locos de guitarra, espectaculares conciertos de Heavy Metal junto a mi hermano, un amor indescriptible reinando en mi casa y un coro parroquial; Dios se quiso hacer presente en mi vida. “Quan estigues dormint et tallaré el pel”… aun recuerdo a mi padre, con una sonrisa socarrona me decía cuando veía el pelo largo que me había dejado. Quería emular a los guitarristas de Rock que ondeaban sus melenas en estadios repletos de gente que gritaban sus nombres y vibraban con la virtuosidad de sus dedos sobre su guitarra. Tenía unos 15 años y ese era mi mundo.

Me encantaba la música (y me sigue gustando), aprendí a tocar la guitarra y me metí en el coro parroquial. Desde pequeño he ido con toda mi familia a Misa todos los fines de semana, y ahora, empezaba a participar más activamente en ella.

Un buen día el coro decidió participar en el Festival de la Canción Vocacional que se celebraba e l Seminario Metropolitano de Valencia con una canción que habíamos compuesto. “Jo vaig dir si a la teua crida, Jesús” rezaba el estribillo mientras yo no me enteraba de nada. Solo cantaba y cantaba.

El ambiente que vi allí fue genial. Jóvenes cristianos como yo, e incluso más mayores, que cantaban, rezaban, bailaban y reían mientras pedíamos a Dios vocaciones al sacerdocio. Y yo seguía sin enterarme de nada. Tiempo después todo comenzó a cambiar. Seguía recordando aquel festival, cantando aquella canción ¿qué está pasando?

Reconozco que el principio fue duro, me negaba a reconocer que me sentía atraído por eso de “ser cura”. Si, siempre he dio a Misa pero de ahí a celebrarlas… Fue pasando el tiempo y llegaba la época de tomar una decisión. Tenía 18 años y siempre había dicho que quería ser veterinario. Pero Cristo se presentó con otras idea mejor…

Se lo dije a mis a padres y hermanos después de haberlo meditado durante muchísimo tiempo y, aunque al principio vacilaron un poco, siempre han sido el mayor apoyo y desahogo que he podido tener, sobre todo, en los momentos de dificultades.

Desde el momento en que entré al Seminario Mayor, he visto como Dios ha ido modelando mi corazón al suyo. Me reconforta saber que el Señor me eligió como soy y que tiene muchas esperanzas puestas en mi. ¿por qué? No lo sé, Él sabe hacer muy bien las cosas y tiene muchas experiencia acumulada; así que no puedo más que confiar en Él y seguir sus pasos.

Hoy tres años y medio como sacerdotes no puedo más que decir gracias continuamente, pues es más la gracia recibida que la realmente merecida. Pero así es Él: un Genio del Amor.

Hoy entre punteos locos de guitarra, no tantos conciertos, el amor abrasador de mi familia, seis parroquias a las que servir y sobre todo, muchas horas de oración puedo decir: ¡Gracias, Señor, porque jo vaig dir si a la teua crida!