Hágase en mí

Nuestro Señor nos muestra a la Virgen María como nuestro modelo de fe ante la vocación de Dios.
Acompañaremos a María para contemplar su vocación y así Ella nos enseñe a cómo responder a la llamada de Dios.

«María es para la Iglesia como su modelo destacadísimo en la fe y en el amor» (LG 53)

 

[v_toggles style=»alt» type=»accordion»][v_toggle title=»Introducción»]El ángel Gabriel anuncia a María la llamada de Dios a realizar en su vida aquello que excede totalmente su capacidad y sólo puede acoger como un don: ser la Madre de Jesucristo. Esperaba deseosa la llegada del Mesías pero nunca imaginó que naciera de Ella, sin relacióln con varón y que sería el Hijo de Dios. Se sabe incapaz, pero Dios desborda los deseos y capacidades de los que llama. Sólo pide acoger y secundar con fe el don con un “Sí”.[/v_toggle] [v_toggle title=»Iniciativa de Dios»]

Dios Padre toma la iniciativa y envía su mensajero para invitar a María a ser la Madre de su Hijo amado, pidiendo responder con fe mediante su consentimiento.

[/v_toggle] [v_toggle title=»Alegría de una vocación respondida»]

Al visitar a su prima Isabel orará con alabanza y alegría (Magnificat). La gracia divina ha colmado su corazón y su vida, haciéndola Madre del Señor. María no mira sólo lo que Dios ha obrado en ella, sino también que realiza continuamente en la historia.

“Mi espíritu se alegra en Dios mi salvador” (Lc 1, 47)

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No hay nada más fecunado ante Dios que la palabra “sí” como respuesta a su voluntad, a su llamada.

Con un “sí” se convierte en Madre de Dios. Dios se hace hombre.

«Ella, en efecto, como dice San Ireneo, “por su obediencia fue causa de la salvación propia y de la de todo el género humano”. Por eso, no pocos padres antiguos, en su predicación coincidieron con él en afirmar “el nudo de la desobediencia de Eva lo desató la obediencia de maría. Lo que ató la virgen Eva por su falta de fe lo desató la Virgen María por su fe”. Comparándola con Eva, llaman a María “Madre de los vivientes” y afirman con mayor frecuencia: “la muerte vino por Eva, la vida por María”» (LG 56; cf. Adversus haereses, 3, 22, 4)

[/v_toggle] [v_toggle title=»Hágase en mi según tu palabra (Lc 1, 38)»]

Dios invita, María responde. Dios propone y María acepta. “Fiat”. María ama a Dios y se fía de Él. En nuestras vidas, esto significa hacer siempre lo que Jesús nos dice en las Escrituras y lo que nos enseña el Magisterio de la Iglesia. María hace de la voluntad del Padre el principio inspirador de toda su vida, incluso en los momentos más díficiles, que alcanzaron su punto culminante en el Monte Calvario. Su docilidad anuncia y prefigura la de Jesús durante su vida pública hasta el Calvario.

[/v_toggle] [v_toggle title=»María, Madre y Maestra de nuestra vocación»]

En la Cruz, Jesús confió a María el discípulo predilecto y con él todos los discípulos, haciéndola nuestra Madre y Maestra, que nos precede en el camino de la fe e indica el camino de la vida. En las Bodas de Caná dirá: «Haced lo que Él os diga». Palabras que expresan el programa de vida de María, apoyado en un fundamento sólido que tiene como nombre: Jesús.

“Haced lo que Él os diga”. (Jn 2, 5)

[/v_toggle] [v_toggle title=»Dificultades misión»]

Ante el anuncio del ángel, debe tener fe y vencer el miedo al rechazo de José. La profecía de Simeón le hará vislumbrar el trágico destino de su Hijo (cf Lc 2, 34-35). Con su obediencia plena a la voluntad de Dios, María está dispuesta a vivir todo lo que el amor divino tiene previsto para su vida, hasta la “espada” que atravesará su alma.

[/v_toggle] [v_toggle title=»Respuesta y fe de María»]

La expresión “siervo” de Dios se aplica en el AT a todos los que son llamados a ejercer una misión a favor del pueblo elegido: Abraham, Isaac, Jacob, Josué, David, Ester,…

María se declara “esclava del Señor”, entregándose para servir al Misterio de la Redención y servir al prójimo. María se pondrá en camino y “de prisa” (Lc 1, 39) para ayudar a su prima en los preparativos del nacimiento del niño.

“Esclava del Señor” (Lc 1, 38)

[/v_toggle] [v_toggle title=»Capacitación»]

La concepción virginal es una obra divina que sobrepasa toda comprensión y toda posibilidad humanas, pero “no hay nada imposible para Dios” (Lc 1, 37). Dios escoje lo que era tenido por impotente y débil (1Co 1, 27) para mostrar la fidelidad a su promesa. Dios no llama al capacitado sino que capacita al que llama.

[/v_toggle] [v_toggle title=»Silencio y oración»]

María vive en un clima de escucha de Dios. Ante Él medita todos los acontecimientos en el silencio de su corazón, para comprender su voluntad y aceptarla. Por su actitud interior de escucha, en la Anunciación es capaz de reconocer con humildad que es el Señor quien actúa. Su unión con Dios, madurada en la oración asídua, la llevó a responder siempre con plena disponibilidad.

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